El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, insta a su ejército a mantenerse en alerta máxima mientras continúa la concentración de tropas frente a la Franja de Gaza. Este movimiento sugiere la posibilidad de una invasión al enclave palestino, tras los bombardeos provocados por la ofensiva israelí, que ya ha cobrado la vida de más de 2,600 personas y desplazado a un millón de habitantes.

Desde el viernes, el ejército israelí ha exhortado a los 1.1 millones de habitantes del norte de Gaza a dirigirse hacia el sur en previsión de una eventual incursión en el territorio. Decenas de miles de soldados han sido desplegados en la zona, esperando la orden de pasar a la acción con el objetivo de neutralizar a Hamás, que ha gobernado Gaza desde 2007.

Estos preparativos han generado preocupación a nivel internacional. Antony Blinken, secretario de Estado de EE. UU., ha expresado su desacuerdo con la expulsión de los habitantes de Gaza, declarando que, idealmente, quedarse en sus hogares debería ser suficiente para estar a salvo.

Por otro lado, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Husein Amir Abdollahian, advierte que "nadie podrá garantizar" la estabilidad si Israel decide invadir Gaza. Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, alerta sobre la posibilidad de un involucramiento directo de Irán, país que es considerado el principal enemigo de Israel y que respalda al movimiento libanés Hezbolá.

Israel ha impuesto un asedio total en Gaza, interrumpiendo el suministro de agua, electricidad y alimentos en el territorio que ya se hallaba sometido a un estricto bloqueo desde 2006. A pesar de esto, el ministro de Energía israelí, Israel Katz, anunció que se ha restablecido el suministro de agua en el sur del territorio. Mientras tanto, la ayuda humanitaria de varios países se acumula en la frontera de Egipto. La población afectada, entre ruinas y con pertenencias empacadas apresuradamente, huye hacia el sur desde el viernes ante las amenazas y el cerco impuesto por el gobierno israelí.

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