Ubicado en la región de la Huasteca Hidalguense, reconocido por sus cañones, ríos y cascadas, Zimapán es uno de los destinos más populares para los amantes del ecoturismo. 

Una de sus principales atracciones es “El cañón del infiernillo”. Se encuentra custodiado por elevadas paredes rocosas de hasta 400 metros de altura y conduce al río Moctezuma; en él podrás encontrar pozas y toboganes naturales, además de diversas oportunidades para escalar. 

Otra parada obligatoria es el mirador de “El vigilante”. Se trata de un monolito de 15 metros de altura que asemeja a un rostro gigantesco. Según explica la leyenda, es la cara de los antiguos habitantes del municipio, y representa la dualidad de las personas: el lado derecho refleja a una persona tranquila, bondadosa, y el izquierdo a otra malévola. 

A la hora de comer, los tamales de dulce, rellenos de mermelada, son imperdibles. Los pastes, el pan casero, las chalupas, las enchiladas y la cecina seca asada; además de los postres derivados de la miel, el ate de fruta y el vino de manzana, forman un abanico de opciones interesantes y deliciosas. 

Para bajar la comida, ¿a quién no se le antoja pasear por los distintos locales de artesanías? En este pueblo mágico es tradición el trabajo de la cerámica, la madera, el ixtle, además de la pintura en diferentes técnicas. 

Zimapán se ha consolidado como un destino que promete experiencias enriquecedoras y memorables. Los hermosos paisajes, su cultura e historia, crean un escenario perfecto para quienes buscan recorrer los tesoros escondidos en el Hidalgo profundo.